Erase una vez...

así comienza la historia.
Érase una vez, unos tres días antes de Navidad, en una noche oscura, fría, en algún lugar del Norte:
Un grupo de hombres pasaban por la plaza del pequeño pueblo, parandose en la iglesia local, sacando de sus bolsillos botes de pintura en aerosol y escribiendo rápidamente en la pared: "Extranjeros iros a casa !!!", después un ruido de cristales rotos. La banda desapareció rápidamente y un silencio fantasmal llenó el aire. Las cortinas se cerraron rápidamente y nadie vió nada.


"Venga, levántate! Estoy harto, vámonos!"- "A dónde? Que vas a hacer allí, en el Sur?"-"Allí en el Sur? Allí está nuestro hogar. Además aquí está haciendo cada vez más frío y está peor!. ´Hagamos lo que han escrito en la pared: EXTRANJEROS IROS A CASA."
Y en efecto, en medio de la noche las cosas comenzaron a moverse en el pueblo. Las puertas de las tiendas se abrieron: Los primeros en salir fueron los paquetes de cacao, seguidos por los chocolates y caramelos en sus envoltorios de Navidad. Querían regresar a Ghana y África Occidental, su lugar de origen. Luego el café salió de la tienda en palés y se dirigió a su casa Uganda, Kenia y América Latina.
Las piñas y los plátanos salieron de sus cajas y lo mismo hicieron las uvas de Sudáfrica y Nueva Zelanda. Casi todas las delicatessen de Navidad se fueron: la pimienta de nuez, las almendras y las galletas de cardamomo, todos se fueron a la India e Indonesia.
Llegó el amanecer mientras las flores se dirigían en aviones chárter a Colombia, seguidas por el oro y los diamantes en muchas otras direcciones.
Largas colas de coches japoneses, coreanos y de la República Checa, llenos de equipos de entretenimiento y òpticos, se traslaron al Este. El aire estaba lleno de gansos y pavos de Navidad, que volaban de regreso a Polonia, seguidos de camisas de seda y alfombras orientales.
Los ruidos fuertes vinieron de la madera de las ventanas, puertas, salas de estar, oficinas que se iban desmantelando. Y todo se dirigìa a la zona del Amazonas.
Los caminos se volvían resbaladizos a medida de que la gasolina, el gasóleo y el aceite emergían de los tanques. Lo que comenzó como un arroyo se convirtió en un gran río hacia el sur.
Los coches comenzaron desintegrarse en sus componentes: el aluminio se fue a Japón, el cobre a Somalia, gran parte del acero a Brasil, la goma a Zaire ...
La frenética evacuación duró tres días, luego cuando el éxodo llegó a su fin, se restableció la calma. Ninguna parte extranjera quedó en la zona, sólo los árboles de Navidad, las manzanas y algunas nueces. Todavía se podía cantar "Holy Night", pero sólo con un permiso especial ya que el origen de la canción no era local.
Sólo algo no encajaba en la imagen: María y José y el Niño todavía estaban allí ... Tres extranjeros ... del Medio Oriente!
"Nosotros nos vamos a quedar!" dijo María con firmeza: "Si seguimos a los demás y nos vamos, entonces quién les va a mostrar aquí el camino, el camino a la Humanidad, al Amor?"

Feliz Navidad!
Historia traducida de "Erase una vez...." de Werner Hoder