Una lección de modestia - Made in Japan.

Como ya hemos comentado brevemente en la sección de Bienvenida de esta revista, los hechos dramáticos que han tenido lugar recientemente han afectado con toda seguridad a muchas personas y les han conducido a una situación mental de autoanálisis: por qué nos ha tocado sufrir algo tan fuerte, donde nos hemos equivocado?

Nunca seremos capaces de predecir a ciencia cierta los grandes terremotos, ni de controlarlos, ni de evitar muchos de sus efectos, pero podemos tratar de limitar esas devastadoras consecuencias de las que hemos sido testigos recientemente.

El hombre, a traves de su autoconsciencia y autoestima, siempre se ha situado por encima de todas las creaciones. Incluso se cree capaz de controlar muchas de las fuerzas naturales de la Tierra o de evitar sus consecuencias negativas. Esta creencia no es nueva; comenzó hace mcuho tiempo y por aquel entonces el hombre usaba la actitud benevolente de sus dioses para alcanzar sus objetivos. Hoy en día tendemos a adorar la "ciencia exacta" y "las simulaciones por ordenador" para acariciar nuestra autoestima.

Desde hace siglos, la humanidad ha tenido que hacer frente a dramáticos eventos naturales o artificiales. (*)La gran peste o la "Muerte negra" fue una de las pandemias más devastadoras de la historia de la humanidad, atacando en Europa entre 1348 y 1350. Se cree ampliamente, que empezara en China y fuera importada a Europa a través de la Ruta de la seda, mediante buques mercantiles plagados the ratas infestadas de pulgas. Se estima que la Muerte Negra habría acabado con entre el 30% y el 60% de la población de Europa, principalmente en las ciudades densamente pobladas donde estas ratas corrían libremente por las calles y por las casas.

O el "Gran incendio" de Londres en 1666 donde las partes centrales de esta ciudad inglesa fueron reducidas a cenizas durante una tormenta de fuego que duró 4 días y arrasó 13.200 casas, 87 parroquias, la catedral de St. Paul y la mayoría de los edificios oficiales. Se estimó que destruyó los hogares de 70.000 de los 80.000 habitantes de la ciudad. Ambos desastres, aunque inicialmente con un efecto menor, se convirtieron en enormes amenazas para la población debido al modo en el que por entonces se construian las ciudades y al modo de vivir de la gente. No hemos dejado de construir ciudades, pero aprendimos de la debilidad de nuestro sistema y mejoramos su ejecución para futuras ocasiones.

Otros ejemplos donde la arrogancia, la negligencia y el exceso de autoestima tuvieron que hacer frente a sus consecuencias fueron:

El Titanic. El que se ordenara al "insumergible" Titanic a seguir navegando entre los icebergs a toda máquina para poder batir un nuevo record en la industria del transporte transatlántico, no fue solamente una inexcusable y estúpida iniciativa. Sino también que la personas responsables de la seguridad general, no permitieran poner a bordo las naves salvavidas suficientes, es lo que hace a esta historia tan sobrecogedora y nos muestra lo imperdonablemente arrogante que puede ser el ser humano. Sin embargo, no dejamos de construir buques. Sino que empezamos a construirlos más seguros.

Roturas de diques. Muchos diques o presas se han roto y muchos de ellos debido a aliviaderos obstruidos y a salidas de emergencia de agua bloqueadas antes o después de fuertes lluvias. La siguiente historia describe la peor rotura de una presa en Estados Unidos, y el comportamiento tan sumamente arrogante que la humanidad puede mostrar (*): A finales de 1800, Johnstown era una próspera, y en cierto modo modesta, comunidad al oeste de Pensilvania. Sin embargo, a unas 14 millas de distancia se encontraba el South Fork Hunting & Fishing Club, un enclave exclusivo. En 1789 el club reformó una presa abandonada hecha de tierra y crearon el Lago Conemaugh, un lago artificial donde poder navegar a vela y sobre hielo y que poblaron con peces destinados a la pesca deportiva.

Algunas personas de Johnston temían que la presa no fuera segura. Daniel Morrell, uno de los líderes más prominentes de la localidad incluso hizo que se inspeccionara la presa, y escribió al club naútico advirtiéndoles de los mayores defectos en ella, incluyendo la falta de una adecuada salida del agua, pero se hizo caso omiso a sus preocupaciones.

En Mayo de 1889 hubieron varios días de fuertes lluvias. El 31 de mayo, la dirección del club se dió cuenta de que la presa corría peligro de ceder, pero poco podían hacer. Como Morrell había señalado, la salida del agua de la base de la presa se había tapado hacía años, y los aliviaderos de emergencia, que habían sido construidos de menor tamaño y cubiertos con rejas para prevenir que los peces más caros se escaparan a través de ellos, estaban ahora obstruidos con escombros.

Se enviaron mensajes a Johnstown avisándoles de que la presa podría ceder, pero tras años de falsas alarmas, dichos mensajes fueron ignorados. El agua empezó a desbordar la presa, y finalmente ésta cedió...Al final, más de 2200 personas murieron en la inundación de Johnstown.

Lo mismo sucede con los aviones. El único y amargo beneficio de los accidentes aéreos es que estos drámaticos hechos nos dan la oportunidad de aprender de nuestros errores y de mejorar los conceptos actuales. Es muy triste para las víctimas y para todos los que dejan atrás, pero no sirve para que la humanidad decida dejar de volar. Este razonamiento no es un argumento por el "Progreso a todo coste", pero el desafío real de la humanidad es mejorar los sistemas construidos por el hombre, de manera que los beneficios y los riesgos estén en un aceptable nivel de harmonía.

Los recientes hechos dramáticos ocurridos en Japón permanencerán en nuestra memoria colectiva y en la historia. Nunca antes nos habíamos encontrado con unas imágenes tan chocantes, casi en tiempo real. Los dramas personales de las victimas del tsunami entraron en nuestras casas y en nuestros ordenadores, como si fueramos habitantes de su pueblo vecino. La cobertura directa e internet nos permitieron sentir los devastadores efectos de los eventos y a sentirnos conectados con las víctimas. Los heroicos esfuerzos de los técnicos de los reactores nucleares averiados pudieron ser seguidos con poca dilación. Era como si esuvieramos allí, observando desde una distancia segura.La angustia y el desastre pasaron de anónimos titulares de periódico a ser un drama real y cercano. Tenía cara humana. Literalmente se podía ver a la gente buscando a sus familiares desaparecidos en medio de surrealistas montañas de escombros un par de horas después de la inundación. Se podía seguir como casas enteras eran barridas como cajas de cerillas por enormes olas del tsunami. Aquí es donde el gobierno tendrá el deber de replantear las normas de construcción, ya que la mayoría de las casas parecían estar hechas de madera. Los edificios hechos de cemento se quedaban en pie en medio de un escenario parecido a un campo de guerra con afortunados refugiados sobre sus tejados, viendo como la brutal fuerza de las olas llevaba a cabo su implacable destrucción. Las construcciones hechas de cemento y las escaleras de seguridad en las paredes son algunas de las modificaciones básicas dentro de la construcción civil que han de ser inminentes.

Y entonces el horror definitivo: 4 reactores nucleares en marcha sin refrigeración ni control. Pero, dejaremos de usar la energía nuclear? Noooo. No porque nos guste, sino porque la humanidad es tan adicta a la energía, que no podemos permitirnos dejar la energía nuclear a corto plazo. La única opción ahora es aprender de los errores y fallos obvios en los diseños de fabricación y de seguridad, y a realizar de forma inmediata las mejoras necesarias. Y a ser más modestos en nuestra autoestima. A volvernos más abiertos a opiniones alternativas y desafiantes. Porque lo que ocurrió en la plantas nucleares de Fukushima tras el tsunami no debería haber sucedido. Nunca seremos capazes de evitar terremotos o tsunamis, pero debemos poner en marcha sistemas fiables para evitar las devastadoras consecuencias como las mostradas en Fukushima. Es hora de escuchar (más) a los críticos detractores de la energía nuclear. La energía nuclear no deja lugar a errores importantes. Porque no hay sitio para ellos. Aquí, como todos hemos presenciado, riesgos y beneficios no están en un nivel de harmonía aceptable. Las personas responsables del diseño y seguridad de estas plantas nucleares han sido en su alta autoestima, tan ingenuos como niños pequeños, a la hora de haber pensado en cualquier posible escenario y en controlar todo lo posible. Ahora sabemos que deberían replantearlo y rediseñarlo.

Todos nosotros deberíamos repensar tras esta lección de modestía, made in Japan.

(*) parte de la información ha sido recopilada de Wikipedia.

Michel